La pesadilla del mal, es la sonrisa.

miércoles, 3 de enero de 2018

Llámame bicho raro.

¿Cómo puede ser posible? Me preguntaba ayer a mí misma mientras veía a dos ancianos agarrándose fuerte de la mano. Él con su bastón y ella tan mayor y enfermita sentada en su silla de ruedas  sin soltarse de él, bajo el frío del invierno. Se notaba como él cuidaba de ella, como él la quería.
Escuché como él le decía a un viejo amigo, con una agradable sonrisa, como se encontraba ella y como decía que con verla sonreír una vez al día le bastaba; "Ella me ha soportado, esperado y cuidado durante toda mi vida, no me ha dejado solo nunca, ni en los momentos que más agobiado he estado, ahora me toca a mi". 

Hoy, sin embargo, miras a un lado y a otro y tan solo ves matrimonios que seguramente en poco tiempo, dejen de ser lo que son para convertirse en auténticos desconocidos. ¿La razón? Puede que 'lo siento, me he cansado de estar contigo'. Pero al fin y al cabo excusas, puede que sea una infidelidad escondida o simplemente que el amor acabó sin más, porque sí, hoy día el amor se gasta como una vela cuando quieres apagarla porque no tienes ganas de continuar teniéndola encendida. Pero, ¿dónde se encuentra la verdadera felicidad?; ¿En el amor para toda la vida como el de aquella pareja de ancianos o en el amor cambiante y libre?

Hoy no hay paciencia, no queda fuerza ni ganas para continuar con algo que es costoso, que no es fácil y que necesita de tu tiempo.

Hoy el amor duele pero...¡espera! ¡qué cosas tengo! ¿hay amor? Porque si lo hay, puede que  no se le de la importancia que tiene. Somos capaces de tener varias personas en el corazón y una relación abierta. Hoy nadie da el cariño, la libertad y el respeto que realmente merece la pena, el compromiso nos aleja y preferimos tener cariño esporádico, preocupaciones con unos y otros, sin tener algo especial y único con alguien en concreto, porque es lo que hoy 'mola'. ¡Qué pena!

Así que sigamos la nueva tendencia, ¿no?, que los novios, parejas o matrimonios están pasados de moda.

Aunque bueno, a mi mejor: ¡Llámame bicho raro!, viviré feliz en un mundo de fantasía, luchando por ese amor y esa sonrisa para toda la vida. 


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