"La felicidad no está en la comodidad, está en el servicio"
Y si pensamos lo contrario, nos equivocamos.
Para ser feliz, aunque suene irónico, tienes que renunciar. Renunciar a todas esas pequeñas cosas que pueden parecer increíblemente atractivas, pero que solo duran un instante y a la larga ni valen, ni merecen la pena. Renunciar a lo superfluo para profundizar en lo importante, en lo que a día de hoy te cuesta mucho hacer pero que el día de mañana agradecerás haber hecho. Renunciar a lo que me apetece hacer por darte a los demás, por dar un servicio donde el amor sea la base de todo.
Es importante tener muchas cosas que llenen tu tiempo y te lo enriquezcan, pero la verdadera felicidad está en el momento en el que cierras la puerta de tu casa y sientes que para toda la vida estés donde estés, y pase lo que pase fuera de esa puerta, estas en tu hogar y con una familia de verdad. ¡No hay mayor fortuna que sentirte feliz en tu casa!.
Pero es importante saber que todo eso se consigue por servicio, renuncia y amor, y que si quieres lograrlo tendrás que lucharlo.
Estamos en la epoca del año en la que todos los comienzos son complicados, inicios de curso, fin de vacaciones donde todo era maravilloso, porque no existía responsabilidad de ningún tipo más que disfrutar de los planes veraniegos que tanto nos encantan a todos...
Y son en estos momentos en los que no podemos olvidar estos pequeños detalles, no podemos olvidar porque hacemos lo que hacemos y para que lo hacemos, no podemos olvidar, que necesitamos cerrar los ojos y pensar ¿cómo me veo de aquí a un tiempo? y ¿qué tengo que hacer para lograrlo?, no podemos olvidar que sin ganas y sin dar lo mejor de nosotros mismos no conseguiremos nada más que llegar a la mitad de un camino soñado en vez de al sueño deseado.
Es el momento de empezar, nuestro propio triunfo.